domingo, 7 de septiembre de 2014

LA FLOR DE LA VIDA Y LA BANCA


Encantó el bosque lleno de escarcha de flores diente de león.  Un día, perdida en ese bosque, ella se encontró con el...las luciérnagas merodeaban el lugar, iluminaban sus presencias con sus rabitos encandelillados.

Se encontraron un camino deshabitado, probaron de un fruto desconocido, de un árbol espinoso y agresivo...el efecto sucesivo fue justo lo pretendido. Sus fantasías desbordaron. Y esa flor amarilla  mutó su naturaleza para hacerse cómplice de sus locuras, se iluminó con la hierba de la vida y terminó aplastada con la más sutil inocencia del personaje, él. Por un instante pensó que la realidad se apoderaba del momento y con el menor deseo de ser el malo, terminó por destruir la delicada y ultrajada flor.

(así pasa, recordemos que las cosas vienen en pares; el día y la noche, el sol y la luna, el bien y el mal, la vida y la muerte…entre otras. Es así como la realidad y la fantasía subsisten, se enredan, se apartan, se aman y se odian, se necesitan y se hacen in-dependientes. )

Después de exprimir la florecita se entregaron, ellos, a sus anchas. Se encontraron en un paraíso  tan solo con una banca, tres libros, una flor, un reloj que debía perderse, y unas montañas infinitas, justo como aquel instante.

Ellos decidieron vestirse de naturaleza, el lugar lo ameritaba, y descubrieron que la magia los atrapaba. Ya al caer la noche, partir debieron ellos, pues ni un candelo poseían para equilibrar el momento. Afortunadamente fue así, pues ellos no son ni normales, ni mucho menos equilibrados. De esta manera, cada uno retomó su camino, quedando grabado en sus días cercanos el camino escarchado, el fruto impreciso, la flor ultrajada y la banca del placer escrito.

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